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situación
Aquí está la muerte, aquí es donde tienes que saltar.

¿No es más deseable la muerte que una vida que no es más que una prevención contra la muerte?
Karl Marx

El coronavirus que causa la covid-19 es el virus de la enemistad. Esta enfermedad señala la intolerabilidad de las condiciones de vida actuales para los hombres y mujeres que cada vez las soportan menos, expresándose simultáneamente como un cansancio y un auto-odio de la especie.

Su apariencia es el resultado de un largo proceso que comenzó en el Neolítico con la separación de la naturaleza, la esclavitud de las mujeres, y la dependencia absoluta de los niños.

Mientras más luchamos contra el virus, más abastecemos el hecho de que estamos en lucha. Y, por lo tanto, la amenaza del virus (e incluso, de otros virus) incrementará a la par de la enemistad entre las especies.

La vida en común se hará cada vez más difícil, poniendo en tela de juicio los fundamentos de la especie que hasta ahora sólo habían podido manifestarse en la naturaleza por el poder excepcional de su comunidad en continuidad con todo lo viviente.

Nuestra posible extinción, por lo tanto, se conecta con el híperdesarrollo de la enemistad, impulsado por el híperindividualismo de una sobrepoblación afectada por la megalomanía, que le impide estar presente en el mundo. Todo esto ha condicionado, gracias a la destrucción de la naturaleza, a que las especies se encuentren en presencia de un fenómeno de magnitudes considerables, de la cual supieron autoprotegerse, a pesar de tener manifestaciones diferentes -i.e. una glaciación-, creando para sí mismos herramientas (en el sentido más genérico del término) que les permitieran un proceso de vida durante una fase en la cual ya no podía atender a la realidad. Pero, curiosamente, no fue durante la fase de la glaciación, sino durante una fase de clima templado, en la que la dinámica de la enemistad prevaleció al punto de arrasar nuestras propias raíces. Si el proceso de la vida, tanto orgánico como físico, está basado en la cooperación y en la harmonía, ¿cuánto más podrán las especies tolerar la enemistad?

La pandemia revela plenamente el horror de la ruptura de la continuidad con la naturaleza, la errancia en la que no podemos ir más allá porque más allá está la muerte. Para escapar de esto, sólo un inmenso salto vital puede permitirnos hacer la inversión salvadora que consiste en abandonar la dinámica de la enemistad, como de la amistad su complemento diádico, encontrando nuestro lugar-presencia dentro de la totalidad del fenómeno de la vida, liberado y liberada de una diada artificial.

§ § § § §


Nota sobre la cita. Esta frase forma parte la edición de Costes, 1937, tomo V de las ouvres philosohiques, del segundo párrafo de la página 58. En éste, el pensamiento de K. Marx es más amplio, incisivo. Aquí está el comienzo, incluyendo la cita:

El cuerpo del hombre es, por su propia naturaleza, mortal. Por lo tanto, no puede faltar la enfermedad. ¿Por qué el hombre sólo se somete a los cuidados del médico cuando cae enfermo, y no mientras está bien? Porque no sólo la enfermedad, sino el propio médico es un mal. Si el hombre estuviera constantemente bajo el cuidado del médico, se declararía que la vida es un mal y que el cuerpo humano es un objeto de tratamiento para los grupos médicos. ¿No es más deseable la muerte que una vida que no es más que una medida preventiva contra la muerte? ¿Acaso la libertad de movimiento no forma también parte de la vida? ¿Qué es una enfermedad sino la vida impedida en su libertad? Un médico permanente sería una enfermedad de la que no se podría esperar morir y con la que habría que vivir. La vida puede morir; la muerte no debe vivir.

No olvidemos que el tema del artículo del que se extrae se titula: "Debates sobre la libertad de prensa y la publicación de los debates de la Dieta" [Rheinische Zeitung, número 132, 12 mayo 1842]. La libertad en cuestión no es un concepto metafísico, sino un concepto que indica una concreción. Por lo tanto, la libertad se ve obstaculizada por la censura y el censor interviene cuando piensa que lo que se expresa es "malo". Al final, K. Marx denuncia el fenómeno de la represión y señala la imposibilidad de que alcance su objetivo: "¡La muerte no debe vivir!" Sin embargo, no lo expresa explícitamente, sino con la ayuda de un discurso cargado de una fuerte incoación. Esto ocurre muy a menudo cuando se recurre a comparaciones que señalan una dificultad para exponer algo que nos toca y afecta profundamente.

Camatte Jacques

Octubre 2021

 

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